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¿Qué hago con este torrente de emociones?

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Amigo(a) lector(a) antes de comenzar debo declararme un aprendiz del tema de las emociones, es por ello que voy hablar más con base a mi experiencia como persona y como Coach, que como un especialista.

Lo primero que debemos comprender es que las emociones tienen una importante función que cumplir: orientan nuestro comportamiento con el fin de aumentar la probabilidad de supervivencia y de garantizarnos bienestar. Son tan antiguas como la misma humanidad.

Cada una de ellas tiene una función determinada, y sólo para ubicarnos un poco voy a mencionar algunas de las más comunes:

  • La tristeza aparece ante la percepción de una pérdida, y su función es permitirnos la reintegración personal, nos motiva a pedir ayuda y a echar mano de nuestros propios recursos.
  • El miedo se presenta ante situaciones o estímulos de carácter amenazante. La amenaza puede ser real o imaginaria, y su función es la de protegernos, tanto física como psicológicamente, al advertirnos que debemos ser cuidadosos.
  • La alegría aparece cuando logramos algo que deseamos, y su función es la de afiliación y reproducción de los comportamientos o acciones que nos hacen sentir bien. De esta forma nos animaremos a repetir conductas que nos podrían llevar a nuevos logros.
  • La ira se presenta cuando percibimos que algo que queremos o deseamos no sale como esperábamos, o cuando percibimos que alguien interfiere intencionalmente en el logro de nuestros objetivos, y su función es de autoprotección por la vía de reafirmarnos, al reclamar nuestros derechos.

Como podemos ver, lo de calificarlas de emociones buenas o malas es un error que cometemos con frecuencia. Esto ocurre por nuestras creencias, es un tema cultural. Realmente todas son buenas en el sentido de la función última de garantizarnos bienestar.

Es importante destacar que una determinada emoción cumple su función durante un período de tiempo, más allá del cual no está bien que “nos quedemos pegados”. Lo que quiero decir es que una tristeza permanente puede ser indicio de un estado depresivo, o mantenernos constantemente rabiosos podría deberse a algún desarreglo orgánico, y en ambos casos habría que consultar al médico, o al terapeuta.

Asumiendo que se nos presenta una situación en la cual se activa una emoción, ¿qué debemos hacer para aprovechar de la mejor forma sus efectos beneficiosos? Recordando que tal vez al inicio no somos plenamente conscientes de la emoción, pero si podemos darnos cuenta que “no nos sentimos bien”.

Por lo tanto, lo que deberíamos hacer es un proceso de tres pasos, a saber:

  1. Ser Consciente de que estoy frente a determinada emoción; es decir darme cuenta de que estoy teniendo una conducta inusual en mí, que seguramente es la reacción ante alguna emoción. Algunos ejemplos son: estoy molesto, con dificultad para concentrarme, me irrito con facilidad o me siento triste sin motivo aparente. Este darme cuenta es importante para permitirme saber que hay “alguna emoción trabajando en mí”, cumpliendo una función.
  2. Abrazarla, es decir vivirla para permitirle cumplir con su función: reír, llorar, expresar mi molestia; o lo que sea el comportamiento asociado a la emoción en cuestión, pero de forma consciente y sintiendo que sé lo que hago y tengo un grado importante de control sobre ello. Si mis reacciones son desproporcionadas a los acontecimientos que ocurren, es muestra de que hay un descontrol de mi parte. Un ejemplo de estar en control podría ser que si estoy molesto y expreso mi rabia lo hago sin llegar a hacer daño físico o emocional a otros ni a mí mismo; y por último,
  3. Reconocer que ya la emoción hizo su trabajo, que le permití protegerme, y que debo dar espacio para retomar mi vida. Ya no estoy llorando todo el tiempo o no estoy riendo en forma descontrolada y por cualquier cosa. Como se dice coloquialmente “la vida continúa”.

El no haber negado lo que me estaba ocurriendo me permitió cumplir un ciclo de sanación emocional. Y aunque todos somos diferentes y reaccionamos de distintas formas ante una misma situación, siempre el reconocer que necesitamos ayuda es un primer paso para sanarnos.

Los amigos en algunos casos, la familia en otros, nos dan apoyo y comprensión, escuchándonos y dándonos afecto. Lo que no se resuelve con este apoyo y siguiendo los tres pasos antes descritos podría estar señalando que se requiere de una ayuda especializada, y no debemos dudar en buscarla.

 

 

La Pregunta Poderosa, un disparador para el Cambio

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Durante una sesión de Coaching con un cliente, cuando hago preguntas poderosas, aquellas que nos hacen tomar conciencia de los pensamientos y sentimientos más profundos, puedo leer en sus caras y en todo el lenguaje corporal, esa reacción que me dice «Acabo de darme cuenta de algo».

Como Coach, siempre estoy buscando información sobre preguntas poderosas. Esta es una de las herramientas más importantes que tenemos los Coaches. Mi camino para mejorar mis habilidades con esta herramienta se puede describir como un paso a paso. Lo que quiero decir es que mis comienzos fueron con las preguntas típicas para Co-crear la relación con el cliente, y cosas como comprender la importancia de usar qué, en lugar de por qué, tener una comunicación directa y usar preguntas simples para ser más claro.

Más recientemente, he estado trabajando con esas preguntas que enfatizan el generar conciencia y facilitan el crecimiento del cliente. Lo que quiero decir es hacer preguntas como ¿por qué es esto tan importante para ti?, ¿quién eres cuando … ?, ¿cómo podrías aplicar los aprendizajes de esta sesión de Coaching a otras áreas de tu vida?, entre otras.

Cada pregunta da como resultado una respuesta, incluso si el cliente no responde la pregunta. Usted, como Coach, recibe la información adecuada para hacer la siguiente pregunta, y así sucesivamente. Por eso suelo decir «Hacer preguntas en la sesión de Coaching es como bailar»; requiere atención, flexibilidad, compasión y estar presente todo el tiempo.

Obviamente, la atención es un requisito de comunicación siempre. Es necesario poner todos nuestros sentidos en esta conversación especial. Esta persona, sentada frente a usted, pone toda su confianza en esta conversación. La falta de su atención no sólo es una ofensa para este ser humano, sino que también ignora la oportunidad de decidir su próxima pregunta poderosa.

Flexible como el bambú cuando pasa una tormenta. Esto significa poder adaptar su ritmo al ritmo del cliente. Bailar con el cliente en este momento. Para poder seguir sus caminos, cambiar según sea necesario. No olvide que su cliente decide cuál será la conversación.

La compasión es ese sentimiento que proviene de lo más profundo de nuestro ser. Es el amor universal que nos permite dar lo mejor de nosotros como Coach. Cada actuación en nuestras vidas que proviene de la compasión permite que la otra persona se refleje en nosotros como el mejor espejo que podemos ser.

Se entiende que cuando alguien le paga por cualquier servicio, está pagando por su tiempo y dedicación completa. Si esto es cierto para cualquier servicio, cuando estamos hablando de una sesión de Coaching es dos veces cierto. ¿Por qué es dos veces cierto? Debido al pago en sí, y porque al prestar atención, usted demuestra el valor de su cliente y también está listo para saber más sobre sus preocupaciones.

Para terminar con estas breves reflexiones, me gustaría dejarles con una cita de Sócrates (470 a. C. – 399 a. C.): “No puedo enseñarle nada a nadie. Sólo puedo hacerles pensar”.

 

¿Por qué acudir al COACHING?

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Normalmente los seres humanos preferimos mantenernos en la zona de confort. Hacer cambios es más difícil que seguir enfrentando aquellas cosas con las cuales estamos insatisfechos. Nos hemos acostumbrado a vivir de cierta forma, y no importa si hay otra mejor.

El temor a lo desconocido puede más que nuestra insatisfacción. Y nos justificamos con expresiones como “para que hacer las cosas de otra manera si así han funcionado bien”, “es que no sé si eso del Coaching va a funcionarme a mí”, “es que no me gusta ventilar mis asuntos con otras personas”, y muchas otras.

Lo que logran quienes se deciden.

Y qué pasaría si me arriesgara, si dejase de inventarme excusas o de diferir mis decisiones. Tal vez me llevaría una grata sorpresa, y al igual que tantas veces en las cuales me he forzado un poco vería llegar nuevas perspectivas a mi vida.

Los testimonios que se escuchan sobre el Coaching algunas veces pueden sonar un poco exagerados o, tal vez, como el resultado de un momento muy especial, en el cual la persona no está pensando racionalmente, sino más bien emocionalmente.

Pero en tantos años con el Coaching, y sin perder el contacto con algunos de mis Coachees, yo he notado como aquellos que siguen un trabajo de compromiso con ellos mismos siguen cosechando frutos de mejora en sus vidas. Claro está, que esas mejoras posteriores a sus sesiones de Coaching tienen que ver con poner en práctica las acciones a las que se comprometieron consigo mismos durante las sesiones de Coaching.

También he escuchado a Presidentes de grandes Compañías declarar que gracias al Coaching lograron superar momentos críticos durante sus carreras profesionales. Y como resultado de haber enfrentado esos momentos con el acompañamiento de un Coach habían logrado alcanzar la posición en la cual estaban.

Es una realidad que el Coaching es una disciplina relativamente nueva, pero a pesar de eso ya se presenta como una poderosa herramienta para ayudarnos a alcanzar nuestro potencial, para permitirnos ser más felices y más eficaces, tanto a nivel individual como organizacional.

Lo que puedes estar planteándote.

Si te encuentras a ti mismo frente a alguna o varias de estas interrogantes, es posible que haya llegado el momento de buscar el acompañamiento de un Coach debidamente preparado.

¿Por qué me comporto de cierta forma y no estoy satisfecho conmigo mismo?

¿Por qué no he logrado un mayor progreso en mi vida, si estoy preparado?

Tal vez con frecuencia te sientes confundido.

Sabes que tienes mucho de que estar agradecido, pero no entiendes ¿por qué no logras sentirte feliz?

El Coach se centrará en establecer que deseas mejorar, ayudándote a identificar que te lo impide y cómo puedes lograr tus metas, o tus sueños. Y es más un trabajo de identificar los obstáculos (reales o imaginarios) y tus fortalezas, así como lo que te puede estar faltando aprender.

Te invito a escuchar tu voz interior y a hacer una evaluación completa de cuál sería el mejor Coach para ti. Existen organizaciones serias que afilian a Coaches a nivel mundial, y que avalan su preparación y experiencia. Esta es una buena forma de comenzar.

Casos reales de Coaching III

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Continuando con los CASOS DE COACHING, les traigo en esta oportunidad otro interesante caso.

Una vez más, quiero recomendar al lector releer el artículo: “Casos de Coaching I” en el cual encontrará algunas ideas centrales.

Caso 3: Mujer de 32 años. Casada y sin hijos. En este caso el quiebre era una relación de pareja en la que la cliente o coachee se comportaba celosa y absorbente, pero al exigir a su marido no salir con los amigos ella misma se estaba auto limitando de salir con sus amigas porque no encontraba como justificar el hacerlo. Esto la estaba llevando a una relación de pareja centrada en ellos dos, y no les permitía oxigenarse al compartir con otras amistades. Además que ella temía que no iban a poder soportar esta situación.

La coachee se sentía paralizada por sus propias acciones, y esto le estaba creando ansiedad e insatisfacción. No sabía por qué se comportaba de esta forma, aunque entendía que le estaba haciendo daño a la relación de pareja.

Explorando un poco sobre otras de sus relaciones importantes ella mencionó que su padre había traicionado a su madre, y ella no quería tener que vivir una situación como esa, en la cual vio sufrir a su madre. Debido a eso, inconscientemente, “decidió protegerse” colocando límites a su esposo, tan cerrados que no quería que él saliera con sus amigos. Por los momentos el esposo lo había aceptado, pero al hacerle las preguntas: ¿hasta cuándo lo va a tolerar sin cansarse?, y ¿qué va a pasar cuando se canse? Tomó conciencia que debía hacer algo urgentemente.

Fue necesario llevar a la coachee a varias reflexiones que le permitieran ver la vida de sus padres como algo diferente a la de ella y su esposo. Identificando similitudes y diferencias para poder comprender que debía haber formas nuevas de llevar esta relación. Debía comprender el riesgo de seguir como iban, o de darse ambos la oportunidad de tener momentos de compartir juntos, momentos de compartir con otras parejas y momentos de salir con amigos de uno o de otra.

También fue necesario que la coachee viera a su padre como un ser humano con virtudes y defectos, para poder perdonarlo, y así comprender además que cada situación es diferente, y que no estaba bien estar siempre esperando que su esposo iba a traicionarla. Si de veras quería compartir su vida con él debía relajarse un poco y confiar. Le realicé preguntas como ¿qué ganas y qué pierdes con cada forma de proceder?, y también ¿qué los haría felices a ambos?, y finalmente ¿cómo pueden lograrlo y cuando van a comenzar a hacer las cosas de manera diferente?

Luego de esto la coachee acordó hablar con su esposo y comenzar a flexibilizar su relación. Se le recomendó hacer el ejercicio sugerido en el artículo titulado “Comunicación para mejorar las relaciones”, el cual está en esta misma página web. Con este ejercicio podrán mejorar su comunicación, valorarse mutuamente y establecer compromisos para hacer las cosas de forma diferente.

Comunicación para mejorar las relaciones

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En todos los ámbitos de la vida escuchamos decir “es que tenemos problemas de comunicación”, o “no me escucha”, o no sé cómo decirle las cosas sin que se ponga a la defensiva”.

¿Qué es lo que realmente ocurre en todos estos casos?

Sin lugar a dudas, me atrevería a decir que hay tres fallas fundamentales que inciden en que la comunicación se rompa o en que se genere la sensación de que algo anda mal. Queremos imponer nuestros puntos de vista, no sabemos escuchar sin interrumpir y no sabemos cómo lograr que el otro esté en buena disposición para escucharnos.

La mayor parte de las veces esto ocurre de forma más grave en el ámbito familiar, y es porque con nuestros seres queridos es que más nos duele que no podamos comunicarnos. Porque nos importan y porque queremos vivir en armonía. Pero también suele ocurrir en el entorno laboral con personas importantes para el logro de nuestros objetivos.

Metodología sencilla y poderosa:

En cualquiera de los casos que la comunicación esté fallando recomiendo una metodología de tres pasos que casi sin excepciones tiende a dar muy buenos resultados.

Los tres pasos son: 1. Reconocimiento al otro, 2. Decir lo que me gustaría que mejorase, y 3. Ofrecer mi aporte para lograr la mejora esperada. Vamos a comenzar por describir cómo funciona cada paso, no sin antes mencionar que debemos explicar al otro que lo que vamos a hacer requiere su atención durante algunos minutos para que podamos cumplir los tres pasos sin ser interrumpidos. Además debemos escoger un momento y lugar apropiados. El momento debe ser cuando sepamos que el otro puede estar más receptivo, y el lugar debe ser un sitio neutral y tranquilo, donde no vayan a haber interrupciones.

¿Preparado(a) para comenzar?

  1. Reconocimiento al otro. Este paso consiste en decir al otro las cosas que apreciamos de él (o ella). Lo que consideramos especial y hasta único, y que le aporta valor a la relación de ambos. Debe ser dicho de manera sencilla y sincera, sin excesos, pero también sin mezquindades. Al concluir este punto el otro estará más receptivo y agradecido del reconocimiento que le hemos hecho. Si había algún grado de resistencia con toda seguridad se habrá disipado y la otra persona estará dispuesto a seguir escuchándonos.
  2. Decir lo que me gustaría que mejorase. En esta etapa voy a expresar sin hacer críticas lo que desearía que mejorara de la relación con el otro. Es en este momento que diré cosas como: “me gustaría que pudiéramos hablar con más frecuencia de las cosas importantes para los dos”, “quisiera que nuestras reuniones se llevaran a cabo sin interrupciones de terceros”, “sería muy bueno que pudiéramos establecer las prioridades de lo que hay que hacer y quien es responsable de cada cosa”, y así todo lo que sea de importancia, de forma clara y tal y como visualizamos que debería ser. Y por último.
  3. Ofrecer mi aporte para lograr la mejora esperada. Debo expresar al otro todo lo que estoy dispuesto a hacer para que podamos lograr aquello que deseo que mejore. Debo decir lo que puedo aportar para el logro de dichas mejoras, sin ofrecer cosas que no vaya a cumplir. Por ejemplo pudiera decir: “te prometo que voy a reservar tiempo para nuestras conversaciones”, “me comprometo a desconectar el teléfono celular cada vez que vayamos a hablar”, “sé que algunas veces no te escucho, por lo que voy a prestar atención mientras hablas”.

Y finalmente…

Al completar mis tres pasos puedo invitar a la otra persona a hacer lo mismo, aunque es muy probable que no sea necesario que lo haga pues el otro tal vez tome la iniciativa y lo haga sin necesidad de invitarlo a hacerlo.

He recomendado estos tres pasos a muchas personas que han solicitado mi apoyo con sesiones de coaching, y la retroalimentación que he tenido ha sido siempre positiva. Así que te invito a ponerlo en práctica. Es recomendable que ensayes solo antes de reunirte con la otra persona. Te auguro éxito.

El líder Coach y su rol para el logro de las metas en la organización

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El viejo dilema

Seguramente has oído del clásico dilema, que nos pasea por preguntas como ¿Todo líder es un gerente?, y lo contrario ¿Todo gerente debe ser un líder? La respuesta a la primera pregunta es que no es necesario, ya que conocemos grandes líderes como Gandhi o Jesucristo, quienes no han tenido que cumplir funciones de gerentes; pero tenemos otros líderes como Mandela o Walesa quienes han tenido que desempeñar funciones gerenciales al frente de sus respectivos países.

Pero no estamos aquí para juzgar a uno u otro de estos líderes, lo que podría generar polémica improductiva pasando por nuestras propias creencias o ideologías, lo que me interesa es establecer una premisa básica: Un líder no necesariamente debe ser un gerente, pero todo gerente debe ser un líder. Sin su liderazgo, y el carisma que ese liderazgo generaba, posiblemente les hubiera sido más complicado a Mandela o a Walesa sacar adelante a sus países en momentos de cambio y de crisis.

Es por lo antes dicho que afirmo que…

Entonces el gerente debe ser un líder. Y en los tiempos que vivimos, tan exigentes, tan centrados en el capital humano para el logro de metas y tan marcadamente orientados a escuchar a las personas para obtener de ellos lo mejor, se nos presenta el coaching para darnos herramientas a fin de ejercer un mejor liderazgo con nuestros colaboradores.

Cuando decimos un líder coach estamos hablando de un estilo gerencial que utiliza los principios del coaching para cumplir su rol de gerente, y como consecuencia de líder. A ¿Qué principios me estoy refiriendo? Pues bien voy a ir enumerando algunos de los más importantes:

  1. Un gerente de estos tiempos debe definir a sus colaboradores cuales son los resultados que se esperan de su gestión, y no definirle un paso a paso de lo que debe hacer. De esta forma el colaborador podrá aportar sus ideas de cómo hacer las cosas. Esto enriquece a la persona, lo hace sentir más valioso e importante, por lo que se motivará más. Evidentemente que el gerente que está delegando se asegurará con puntos de seguimiento y de control que el colaborador va por buen camino. Esto en términos de coaching es reconocer que la persona tiene dentro de si la respuesta a muchas interrogantes, siempre que le demos la oportunidad de descubrirlo.
  2. Cada día más el ser humano, y por tanto nuestros colaboradores necesitan ser escuchados. Un líder coach debe aprender a escuchar en forma activa, es decir sin interrumpir al otro, sin juicios y si anticipar posibles respuestas o comentarios. Por el contrario si tiene algo que añadir deben ser elogios honestos o preguntas que ayuden al colaborador a internalizar y procesar ideas, inquietudes o posibles confusiones detectadas por su gerente, por su líder coach.
  3. La mejor manera de motivar a una persona, además de escucharla activamente, es desarrollándola y poniéndole retos que le permitan utilizar al máximo sus talentos. El gerente, al aplicar coaching a su colaborador, irá formulando preguntas inteligentes que le permitirán a éste descubrir nuevas formas de hacer las cosas, generarán un sano deseo de investigar para ponerse retos y en suma le harán sentir como una persona capaz e inteligente. 

Y finalmente…

Un líder coach está llamado a hacer los siguientes aportes a las organizaciones de este siglo XXI: 1. Debe estar en armonía con sí mismo para poder crear una atmósfera armoniosa, 2. Tiene que conocer profesional y personalmente a cada uno de sus colaboradores, y 3. Según ese conocimiento que tenga, debe comenzar a dar oportunidades a cada quien en aquello que mejor sabe hacer, así obtendrá los mejores resultados y la persona estará más satisfecha.

Es así como me atrevo a afirmar que todo gerente, hoy en día debería desarrollarse como líder coach, e inclusive recibir el acompañamiento de un Coach para maximizar su potencial. Debe, también, aprender las técnicas y herramientas, y ponerlas en práctica como una parte importante de su gestión gerencial. Con seguridad verá en poco tiempo como sus metas se logran con mayor fluidez y con unos colaboradores más entusiasmados con lo que hacen.

Casos reales de Coaching II

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Tomada de 123RF

Siguiendo con los casos de Coaching, los cuales han dejado huellas en mi propia vida, por lo que estoy agradecido de la oportunidad de “haber tocado las vidas de estos seres humanos”, les traeré en esta oportunidad otro interesante caso.

Antes de seguir, recomiendo al lector releer el artículo previo: “Casos de Coaching I”.

Caso 2: Hombre de 43 años. Casado, con dos hijos, y ocupando una buena posición en el área administrativa de una gran empresa. Aunque su desarrollo profesional le permitía reconocerse varios logros, tenía la sensación de que podría estar mejor. Su quiebre estaba relacionado con que regularmente se sentía abrumado por la presión laboral, y no entendía por qué le costaba tanto gestionar las innumerables exigencias que recibía.

Tomada de Opina tu Verdad

Luego de hacerle algunas preguntas para indagar sobre cómo se desarrollaban sus actividades profesionales pude escucharle que, a pesar de haber recibido talleres de administración del tiempo, se le hacía muy difícil gestionar satisfactoriamente sus múltiples actividades. También descartó que su dificultad para manejar satisfactoriamente el tiempo pudiera estar relacionada con falta de apoyo o de no saber delegar.

Al preguntarle ¿qué pensamientos te llegan si te dicen que te van a asignar tres tareas igualmente urgentes que debes hacer tu mismo?, su repuesta fue “algo va a salir mal”. Entonces le pregunté ¿alguna vez te ha salido mal algún trabajo en condiciones similares?, y su respuesta, casi inmediata, fue “NO”, pero añadió “de niño mi papá me regañaba si, en temporada escolar, me comprometía con más de una actividad deportiva, y peor aún si quería ir de excursión a la montaña con un grupo de senderismo al cual pertenecía”.

Le pregunté, entonces, ¿qué te diría tu papá hoy si supiera que tienes que entregar tres proyectos igualmente importantes para una fecha cercana? Y su respuesta fue “seguramente me animaría y me diría que estaba seguro de que yo podía lograr hacerlo bien, porque siempre lo había hecho”. Casi de inmediato su cuerpo se relajó y su expresión facial fue de serenidad. Fue como si hubiera obtenido el permiso de su papá para realizar varias tareas simultáneamente.

Entonces le pregunté ¿quién eres tú en este momento frente a tus retos laborales? Y sin titubear, me dijo un profesional competente y de primera línea, dispuesto a enfrentar cualquier reto.

Tomada de 123RF

Seguidamente le pregunté ¿qué harás de ahora en adelante cuando tengas que enfrentar múltiples tareas? Me respondió: “luego de asegurarme cuál(es) debo hacer yo y cuál(es) puedo delegar, así como de definir el orden según las prioridades, le voy a ofrendar mi trabajo a mi papá para sentirme orgulloso de que sus enseñanzas fueron para bien, aunque en ese momento no pudiera entenderlo”. Me dijo que se sentía muy bien y como si se hubiera liberado de una prohibición.

Ponerse en los zapatos del otro

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Tomada de Educar desde la Familia

Tenemos buenas intenciones

Podemos estar haciendo daño a otras personas y creer honestamente que lo que hacemos es lo mejor y lo más correcto. Es decir, que pudiera estar ocurriendo lo que establece el dicho popular: “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Inclusive, en muchos casos ni siquiera están presentes las “buenas intenciones”, debido a que nuestra actuación es fundamentalmente inconsciente. Sin darnos cuenta hemos adoptado una conducta hacia la otra persona, en la cual el resultado de nuestras acciones está activando emociones negativas en el otro.

Tomado de Bligoo

En la relación de pareja podemos estar imponiendo nuestro punto de vista en algún área de la convivencia, con el firme convencimiento de que lo que hacemos es lo “aceptable socialmente”, pero no nos damos cuenta de la molestia que estamos generando, y la parte afectada sólo llega a mostrar signos de incomodidad, pero se amolda para no generar conflictos o porque cree que así debe ser en toda pareja. En algún momento pueden presentarse estallidos, a consecuencia de la incomodidad acumulada.

En nuestros trabajos podemos exigir a nuestros colaboradores respuestas en función de normas muy estrictas, o inclusive de nuestra interpretación exagerada. En este entorno la relación de jerarquía y la poca posibilidad a una mejor y más franca comunicación, hacen que el colaborador se mantenga en una actitud de sumisión. De mantenerse esta situación en el tiempo se va generando un sentimiento de incomodidad que puede llegar a afectar la productividad laboral, sin mencionar que la relación será de poca confianza.

Coaching y empatía con el otro

El cliente llega al coach porque está incómodo con la relación y hasta han comenzado a presentarse episodios de confrontación. Es una excelente herramienta de coaching la de hacer que el cliente se ponga en los zapatos del otro. Lo que quiero decir es “experimentar en carne propia lo que la otra persona puede estar sintiendo”. En otras palabras, llegar a experimentar un sentimiento de empatía hacia el otro.

Hay varias formas para lograr que podamos comprender las emociones que se están generando en el otro a causa de nuestra conducta. Un coach generalmente utiliza dos de esas formas.

Tomada de Educar desde la Familia

Lo que hace el Coach para generar empatía

La primera es a través de sus preguntas poderosas. ¿Qué preguntas se pueden usar? Sólo daré algunas para ilustrar, ya que cada situación puede requerir preguntas muy específicas. Podemos preguntar: ¿has pensado que tal vez la “otra persona” no comparte tu punto de vista y no te lo dice para no herirte?, ¿qué crees que experimentaría una persona a la cual le impongas tu punto de vista?, ¿cómo te sentirías si alguien te quisiera imponer lo que piensa?

La segunda, y tal vez más efectiva, es la de cambiar de roles; es decir el coach toma el rol de su cliente y le pide que tome el rol de la otra persona. Durante este cambio de roles el coach le plantearía situaciones a su cliente (que en ese momento está representando a la otra persona afectada) tales como: dile a tu jefe o a tu pareja cómo te sientes cuando él o ella te dice…., o ¿qué sugerencia le harías a tu jefe o a tu pareja para que mejorase la relación contigo? Al tener que representar este rol la persona que está siendo inflexible, o simplemente no está poniéndose en los zapatos del otro, experimentará por un momento lo que el otro siente, y seguramente se llenará de compasión y disposición a cambiar para mejorar la relación.

Te invito a poner en práctica estos principios tan sencillos, pero de gran impacto, a fin de ayudar a mejorar las relaciones.

Preguntas Poderosas y Modelo GROW

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Imagen tomada de Slideshare

Modelo tan poderoso como su significado

El modelo GROW es uno de los más utilizados en coaching por su sencillez y lo fácil de recordar de los pasos que propone. Este fue diseñado por Graham Alexander, aunque fue John Whitmore quien le dio la popularidad que tiene hoy en día, encargándose de difundirlo.

En sus siglas nos recuerda que el coaching nos ayuda a crecer (grow en inglés). No puede haber una sesión de Coaching en la cual el cliente o Coachee no logre una mejora personal y se dé cuenta de algo que no había comprendido, lo que le ubica en un estado de consciencia más elevado.

Para comenzar toda sesión de Coaching lo primero que debe hacer el Coach es crear un ambiente de confianza con el coachee y asegurarse de que conoce de qué se trata un proceso de coaching, lo que puede esperar de éste y que todo lo que se hable en la sesión es confidencial.

Imagen tomada de Slideshare

Una vez logrado esto el Coach comienza a aplicar los pasos del modelo, y a continuación les dejo algunas preguntas típicas que se pueden usar en cada paso, así como algunos aspectos que deben ser tomados en cuenta.

Goal o Meta:

En este primer paso es importante que quede bien definido lo que el coachee espera obtener de la sesión de coaching. Normalmente el coachee siempre va a mencionar una idea vaga o lo que desea alcanzar luego de haber puesto en práctica algunas acciones a definir en la sesión. Por tal motivo el coach debe insistir en que se defina un objetivo de la sesión.

A continuación, algunas de las preguntas que puedes usar en este primer paso:

¿Qué te trae hoy por acá?, ¿Sobre qué quieres trabajar en esta sesión?, ¿Qué es lo más importante dentro de todo lo que has mencionado?, ¿Qué esperas lograr al final de esta sesión?, ¿Por qué es importante eso que deseas trabajar?

Recuerda repetir el objetivo o la meta que espera lograr el coachee a objeto de validar con él si es eso realmente lo que desea lograr. A esto se le conoce como parafraseo, y ayuda al coachee a escucharse a sí mismo, y tomar conciencia de lo que desea trabajar.

Reality o Realidad:

En esta etapa se explora lo que está viviendo el coachee, como le afecta y con cuales recursos cuenta. Como coach debes estar presente en todo momento, y en especial dar tiempo a tu coachee de responder sus preguntas. A continuación, algunas de las preguntas que puedes usar en esta segunda etapa:

¿Cómo es la situación actualmente?, ¿De qué forma te está afectando?, ¿Qué situaciones similares a esta has pasado anteriormente?, ¿Qué pasaría si no hicieras más nada en relación con este asunto?, ¿Quiénes te apoyan?, ¿Quiénes te complican el asunto?, ¿Qué diferencias hay entre esta situación y otras similares ya vividas por ti?, ¿Qué nuevos recursos tienes ahora que no tenías anteriormente?, ¿Cómo te ves a ti mismo en esta situación?, ¿Qué piensas de lo que está pasando?, ¿Quién eres tú frente a esta situación?

Recuerda observar el lenguaje corporal, sus expresiones, creencias limitantes y patrones de conducta expresados. También es importante preguntarle de qué se ha dado cuenta y como se está sintiendo. En esta etapa el coachee termina tomando consciencia de la urgencia de hacer algo para mejorar su situación actual.

Imagen tomada de Anti Seduccion

Options u Opciones:

Es el momento de ayudar al coachee a plantear opciones para generar cambios en su situación actual. Estas opciones provienen de haber tomado consciencia de sus nuevos recursos o de haber comparado esta situación con otras similares que haya vivido.

A continuación, algunas de las preguntas que puedes usar en esta tercera etapa:

¿Cuál podría ser el próximo paso que des en relación con esta situación?, ¿Qué pasaría si haces lo que tienes pensado?, ¿Qué más puedes hacer, que no hayas hecho hasta ahora?, ¿En esta situación, qué harías de manera diferente si pudieras?, ¿Qué te diría tu mejor amigo que hagas?, ¿Qué harías si este problema aparentemente difícil fuese una oportunidad para comenzar a pensar en hacer cambios importantes?, Si dividieses tu reto en diez partes similares, ¿a cuál de ellas te enfrentarías en este momento?, ¿Cuáles son tus opciones para enfrentar esta situación?, ¿Qué más puedes hacer?

Durante esta etapa o al final de la previa es conveniente preguntar ¿cómo vamos respecto a lo que te planteaste al inicio de la sesión? En ocasiones puede que el coachee sólo presente una opción, pero siempre se le debe invitar a pensar que otras opciones tiene, aunque ya haya planteado varias.

Will o Acciones:

Ya en este momento tu coachee debe estar listo para decidir cuál será su plan de acciones para lograr su meta, pues ha explorado como lo afecta la situación actual (realidad) y ha visto con qué recursos cuenta. Es por ello que debes animarlo a formular un plan de acciones, comprometerse con él y definir cómo va a medir su progreso. Las acciones son una consecuencia de las opciones que se haya planteado.

A continuación, algunas de las preguntas que puedes usar en esta última etapa:

¿De todas las opciones que has visto, cuáles te darían mejor resultado?, ¿Cuáles serían las mejores para el logro de tu meta?, ¿Qué quieres hacer frente a esta situación?, ¿En qué momento vas a llevar a cabo cada acción?, ¿Cuál sería la manera más apropiada de plantearle lo que quieres decirle?, ¿Cuándo lo harás?, ¿Cómo vas a saber que estás logrando tu meta?

Al concluir debes volver a preguntarle cómo se siente y cuando desea que se vuelvan a ver. Es grato escuchar que tu coach te diga: “recuerda que puedes contar conmigo”.

De esta forma concluye una sesión de coaching.

Casos reales de Coaching I

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Imagen tomada de rexpuestas.com

Voy a dedicar algunos artículos para reseñar casos típicos de Coaching, que se me han presentado en diversas sesiones.

Consideraciones iniciales

Antes de comenzar con los casos voy a enumerar los más frecuentes síntomas actuales que viven las personas, situaciones de vida en las cuales les está afectando y el origen del quiebre o de la situación actual. Esto servirá como una especie de clasificación para los diferentes casos.

Lo primero es identificar el síntoma actual que está viviendo la persona; y en este sentido los principales son: Rencor, Autoestima, Desmotivación, Salud, Parálisis y Ansiedad.

Luego podemos identificar las situaciones típicas de vida en las cuales están impactando estos síntomas, tales como: Relación de Pareja, Relación con los Padres, Relación con otros familiares importantes, Relaciones Laborales, Relación consigo mismo y Desarrollo Personal. Este último incluye estabilidad económica y carrera profesional, entre otros.

Y por último el origen del quiebre o situación actual, el cual normalmente no lo preguntamos, sino que lo vamos descubriendo a lo largo de la sesión de coaching, e incluye: Relación con papá y/o mamá en la infancia, Relación con alguna otra figura de autoridad de la infancia, Pareja actual o ex pareja, Pérdida de seres queridos y Situaciones laborales, principalmente.

A los casos les iremos dando un número, e identificaremos género y edad de la persona. Lo demás se irá revelando a lo largo del caso; siempre manteniendo en secreto la identidad de las personas.

Profesional insatisfecho

Caso 1: Hombre de 39 años. Casado, con un hijo, y profesionalmente activo. Su quiebre estaba relacionado con la insatisfacción de no lograr surgir profesionalmente, a pesar de que sabía que estaba preparado, incluso más que otras personas. Incluso había personas de su entorno que le decían “tú tienes la preparación como para estar ocupando mejores posiciones en lo laboral”. Todo esto le producía mucha frustración, y no sabía que más podría hacer para salir de este círculo vicioso.

Durante la sesión pude darme cuenta que no se trataba de un problema de autoestima o desmotivación. Ya sabía, por él mismo, que no era un asunto de preparación o conocimientos.

Así que entonces fui explorando como se sentía respecto a sus diversas relaciones, e incluso la relación consigo mismo. La relación consigo mismo es la más importante de todas las relaciones. Con las demás personas compartimos momentos y hasta horas, pero con nosotros mismos estamos las 24 horas de los 365 días del año; así que es importante estar bien consigo mismo.

En la medida que exploraba sobre sus relaciones surgió algo de su pasado. Hacía ya algunos años había fallecido un hijo de corta edad, de una enfermedad grave. El sentía que había hecho mucho, pero que tal vez no lo suficiente para salvar a su hijo. Continué haciéndole algunas preguntas, y él fue comprendiendo que no estuvo en sus manos salvarlo, y que había hecho realmente todo lo que pudo hasta el final.

Pero aun así continuaba castigándose a sí mismo al limitar su éxito y felicidad actuales, que era sobre lo que yo podía (como Coach) ayudarlo. No se perdonaba por tan importante pérdida. Cuando se dio cuenta que haciendo eso no sólo se estaba castigando injustamente, sino que además no estaba disfrutando de su otro hijo y de su esposa, fue cuando se produjo una importante toma de conciencia, la cual permitió a mi cliente o coachee comenzar a ver su vida de manera diferente. Fue como un “me perdono por haberme castigado por tanto tiempo”, y también por estar perdiendo la oportunidad de ser feliz con la vida que aún tengo. Y esto lo llevó a un “me doy permiso de ser feliz y tengo derecho a cosas mejores que son para mí”.

Dentro de sus propósitos o acciones estuvieron el perdonarse a sí mismo y comenzar a permitirse el ser feliz, acercarse a Dios nuevamente, ya que había descuidado su espiritualidad, y comenzar a disfrutar de su hijo, el cual también le necesitaba. En ese mismo instante pude ver un rostro relajado y sereno, como el de quien sabe que tiene una vida que vivir por delante.

Algunas acciones de refuerzo fueron requeridas luego, pero los cambios comenzaron a llegar a la vida de este ser humano desde este mismo momento.

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